Los centros comerciales, esos espacios modernos de degradación del género humano, se asemejan en estas fechas a gigantescos puticlubs de carretera donde permiten la entrada a niños y adultos por igual. Si hay un sitio donde la Navidad manifiesta sin ningún pudor su verdadero rostro mercantil, es en estos templos del consumo. Nada que no sepamos, a estas alturas. El espectáculo multicolor está servido. ¿Y qué ocurre mientras tanto en esos centros del saber denominados “bibliotecas“?…¿tienen el mismo éxito de afluencia (en proporción) que los CC?. Evidentemente, no.
Conozco gente que no ha leído un puto libro en su vida, y encima se jacta de ello. Por supuesto, saben que existen las bibliotecas, al igual que yo sé que existen los quarks y los leptones. Pero lo peor no es que exhiban su ignorancia sin sonrojarse…lo peor es que sus hijos están siguiendo el mismo camino borreguil. ¿Cuántos niños veis en las bibliotecas acompañados de sus padres, leyendo algún cuento o asistiendo a alguna actividad infantil?…¿y cuántos en un complejo comercial, recorriendo escaparates a ritmo de villancico rumbero y devorando fast-food en un Mc Mierda bajo la atenta mirada de sus progenitores?.
Podéis hacer un sencillo experimento de psicología social…acudid a vuestra biblio más próxima una de estas tardes de orgía navideña, y calculad a ojímetro la gente que pueda haber (yo lo hice…y no había más de cinco estudiantes que estaban preparando exámenes venideros). Inmediatamente después, acercaos al centro comercial más cercano…y sin que os orinéis encima, comparad cifras. Aterrador. La concentración de humanidad por m2 difiere enormemente de un ambiente a otro. Puede que peque de demagogia, pero me atrevo a afirmar que tal ejercicio comparativo es un termómetro excelente de la salud de una sociedad. Y obvia decir que algo no funciona bien en nuestro tejido social…
La gente tiene que saber que las bibliotecas no son únicamente unas dependencias municipales donde acumulan cientos de kilos de papel encuadernado. Veamos qué servicios ofrecen :
- Préstamo gratuito de libros, DVD´s, CD´s…incluyendo la posibilidad de solicitar ejemplares disponibles en otros centros de la región.
- Prensa diaria y revistas actuales, que pueden consultarse “in situ”
- Talleres y cursos gratuitos de tipo cultural. Algunas bibliotecas son muy activas en este sentido, con una oferta formativa (talleres literarios, intercambio de idiomas, charlas divulgativas, etc etc) muy poco conocida por el ciudadano. Joder, aprovechémonos antes de que los recortes acaben con ellos…
- Calefacción. Sí…como suena…en las bibliotecas suelen poner la calefacción, y tal como están las tarifas eléctricas, no es mala idea irse “pallá” a leer prensa o un libro, con un cafelito humeante y calentito (el café de máquina es una mierda, pero da el pego). ¡¡Qué a gustito, ehh!!.
-Internet gratis. Las biblios cuentan con ordenadores e internet…así que ya veis, no hace falta gastar dinero en un locutorio. Y si tienes un portátil, tb suelen contar con red wifi gratuita…así que el acceso a internet no tiene límite de tiempo.
- Zona de estudio. Muchos estudiantes huyen del ajetreo de sus domicilios y prefieren recluirse en la silenciosa tranquilidad de la biblioteca para preparar exámenes.
- Actividades infantiles : cuentacuentos, talleres de fomento de lectura para peques, títeres, etc etc. Este punto es importante, pues apostar por un ocio cultural de calidad en la infancia (en detrimento del enloquecedor y alienante ocio del centro comercial), supone un aporte añadido en la formación de futuros libre pensadores. Y encima es gratis…
Cada uno es muy libre de hacer con su tiempo lo que quiera. Por supuestísimo. La elección entre ser un cafre o una persona formada y con cultura, es sólo nuestra (por mucho que las fuerzas mercadotécnicas empujen en un sentido). Eso sí…las consecuencias de una u otra opción, las sufriremos (o disfrutaremos) toda la sociedad.